Estábamos platicando sobre mi llegada al hospital.
Llegué en la ambulancia, Mario iba conmigo y atrás iba en su coche Janneth.
Llegando al hospital, Mario les mostró unos análisis de sangre que me habían tomado un par de días atrás y les explicó mi situación. Sin mayor diagnostico determinaron que la única solución era una diálisis inmediata pues mis niveles de toxinas eran tan altos que en cualquier momento podía darme un paro cardiaco.
Yo, con la poca fuerza que tenía le dije a Mario que no quería la diálisis, que si no había otra opción me regresara a la casa pero que no aceptaba nada de eso. Los médicos se enojaron y nos dijeron que entonces a qué íbamos si no me iba a dejar atender.
¿Cómo esperan que uno acepte así nada más en segundos un procedimiento tan invasivo que cambiará el resto de tu vida? A parte, valiéndoles pepino mi presencia, dijeron que la esperanza de vida con diálisis era aproximadamente de 3 años. ¿Y así querían que les dijera que si aceptaba?
Honestamente yo prefería morir en casa, tranquila y sin tubos en mi cuerpo, a estar presa de un hospital y sus estudios.
Pero Mario no pensaba así como yo, de hecho nadie podía pensar como yo.
Les pidió un par de minutos a los médicos para poder hablar conmigo, me dijo que no quería perderme, que por favor aceptara. En ese momento yo ya no estaba en mi burbuja de paz, ya podía sentir todo el dolor que había en las personas junto a mi, la desesperación de Mario, mi enojo con los médicos, todo.
Pedí hacer una llamada.
Le dije a Mario que me comunicara con mi doctor de acupuntura, la persona en la que confío mi salud y que quiero muchísimo. Le dije lo que estaba pasando, que estaba muy asustada en el hospital y que solo me daban la opción de diálisis pero que yo no quería porque me daba miedo que nunca más me la pudieran quitar y que no quería vivir de esa forma.
El me dijo que HABÍA SOLUCIÓN, QUE ERA POSIBLE RETIRAR LA DIÁLISIS CON EL TIEMPO, pero que por ahora había que atender la emergencia. Que aceptara y que después juntos nos encargaríamos de recuperar la salud.
Confié en sus palabras y accedí unicamente a la opción de Diálisis peritoneal, nada de hemodiálisis, es mucho más invasiva y esa es la que querían hacerme.
A partir de ahí perdí la noción del tiempo, parece que pasé 2 días en urgencias antes de que pudieran operarme para ponerme el catéter porque tenían que nivelar un poco mis niveles de potasio y hemoglobina. Yo no sentía que el tiempo pasara, todo era igual para mi.
Recuerdo ver llegar a mis papás, a mis tíos, un par de amigos, mi hermana... y Mario, él siempre presente, no podía estar físicamente al lado de mi todo el tiempo porque no se lo permitían pero no se movió del hospital ni un segundo en todo esos días, pasando frío, hambre, angustia en unas banquitas en la calle, esperando noticias siempre de como iba mi estado de salud. Gracias a Dios Mario está en mi vida.
También estaba su familia pero a ellos no los vi porque las visitas duraban muy pocos minutos al día y claro que Mario quería aprovechar esos minutos para poder estar juntos. Estaban mis queridos amigos Eduardo y su esposa Bere, ella intentó entrar a verme pero se perdió en los pasillos del hospital. Creo que fue mejor así para que no tuviera que verme en semejante estado.
Llegó el día de la operación, tenía miedo pero ya no sabía que más hacer.
No me durmieron completamente así que pude darme cuenta de como fue todo, se siente horrible no poder mover el cuerpo, saber que te están cortando la piel, no no, es una experiencia muy fuerte.
Y pasando la anestesia vino lo peor, en mi vida había sentido dolor tan grande. No sabía por que sentía eso o si era normal, tenia mucho miedo de moverme, no podía ver mi cuerpo, lloré pidiendo ayuda, algún calmante y nadie me escuchaba, entre tanta gente y tantas enfermeras parecía que mi dolor era invisible.
Vi que al lado de mi había una bolsa que apretaban y cuando lo hacían yo sentía un dolor indescriptible. Pedía a gritos que por favor me ayudaran a calmar el dolor pero nadie veía siquiera mis ojos, comencé a vomitar y recuerdo sentirme tremendamente miserable pues no podía moverme y me dejaron embarrada por algún tiempo, nadie fue a ayudarme o a limpiarme.
Sentí que el mundo comenzaba a caerse sobre mi, pensé que había tomado la peor decisión de mi vida y que hubiera sido mejor estar tranquila en casa tomando la mano de Mario esperando el final y no con frío, sola, vomitada en un hospital lleno de dolor.
Por cierto, esa bolsa que vi que apretaban al lado mío era una bolsa de Diálisis manual, pero yo no conocía absolutamente nada de ese tratamiento, ni como era, ni como se hacía ni nada, no sabía que ya me estaban dializando en ese momento.
Días después me pasaron a otra sección del hospital donde me conectaron a una maquina, que también era de diálisis, pero ahí nadie te explica nada, no se si no les importa o dan por sentado que tu debes saber dado que estas enfermo o no se, pero hacen todo de manera automática. Seguía sintiendo mucho dolor, estaba muy débil y tenía la boca tan lastimada que no podía comer nada.
Janneth, mi amiga, tuvo que regresar a su trabajo, siempre al pendiente de mi por medio de Mario. Muchas gracias Janneth, fuiste un rayo de luz en esa tarde tan obscura.
Y ahora llegaron David y Erick.
A Erick no pude verlo, el me ayudó con el asunto de los donadores de sangre que nos hacían falta, le pedía ayuda y sin dudar al día siguiente ya estaba ahí muy dispuesto. A el lo conozco también de la facultad, desde el primer semestre, es un gran amigo con el que siempre he podido contar.
A David lo conozco incluso de tiempo atrás. Desde que yo estaba en la prepa. En un verano decidí trabajar en una cafetería cercana a casa y ahí los conocí. Desde entonces hemos sido más que grandes amigos, es mi hermano y lo quiero muchísimo, ha estado en cada momento bueno y malo de mi vida.
Pues en esta ocasión se ofreció a irme a cuidar una noche para que mi familia pudiera descansar un poco. Jugamos basta en nuestras mentes porque evidentemente no teníamos nada para anotar e intentábamos descifrar cómo es que funcionaba la máquina de diálisis.
A los 5 días más o menos me dieron de alta, yo ya estaba enloquecida de no poder moverme de la cama, no me paré en todos esos días, me dolía tremendamente la espalda, tenía ya la piel lastimada del coxis y me sentía muy desesperada.
Estaban afuera del hospital mi familia y la familia de Mario, todos felices fuimos a festejar que había salido del hospital con una comida familiar. Estábamos contentos de que lo peor hubiera pasado. Pero como les comenté antes, no teníamos idea de todo lo que venía! no conocíamos como era este asunto de la diálisis y sus consecuencias, sus efectos y malestares, nada! estábamos con la mente en blanco mientras comíamos con felicidad.
Hasta que 10 días después llegó la siguiente cita de diálisis.
¿Cómo ven?
¿Ustedes estaban preparados para todo lo que venía después de la operación del catéter?
¿Sabían a todo lo que iban a enfrentarse?
Nos estamos leyendo!
AK
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