Continuamos con la 2da parte de la MTC en mi vida.
Ya les comenté que es toda una medicina integral, no se trata solo de ir a consulta a que a uno le pongan "agujitas" y mágicamente ya todo está bien, ojalá así fuera pero para nada se acerca eso a la realidad, así no funciona, hay muchísimo trabajo personal que se debe hacer.
Desde mi primer cita hasta ya unos cuántos años, mi doctor comenzó a hablarme sobre las emociones. Me dijo que los riñones estaban relacionados con el miedo. Y específicamente nosotros hablamos sobre el miedo a la muerte. Fueron consultas muy intensas emocionalmente al inicio. La verdad es que desde el primer momento a mi me dio mucha confianza y me era relativamente fácil expresar cosas que tenía bastante guardaditas en lo más profundo, pero después de tantos años de vivir con miedos e inseguridades uno no puede esperar sanar en 3 segundos, es un proceso largo donde a veces se dan 2 pasos adelante y luego algo nos hace ir un paso atrás. Pero siempre hay que seguir en el camino, es lo importante.
Comencé a ver resultados "físicos" a los pocos meses, me refiero a que mis niveles de hemoglobina mejoraron, los de creatinina también, los de proteína bajaron, etc, todos mis estudios iban bien. Yo podía respirar mejor.
Comencé a hacer ejercicios de Qi Gong que me ayudaron mucho para recuperar fuerza en las piernas, a eliminar el dolor de la espalda y a no sofocarme al subir escaleras.
Con esto me refiero a que pensé que estaba bien hacer todos esos cambios, pero no notaba que eso eran unicamente cambios externos, pero cambios internos no estaba haciendo muchos... o ninguno.
Mi doctor me hablaba del apego, de las emociones, de como el enojo hacía mucho daño a mi hígado, de como el miedo afectaba mis riñones, de como mis preocupaciones y pensamientos obsesivos hacían daño a mi sistema digestivo. Todos esos temas me eran muy interesantes, pero ciertamente en el día a día no los aplicaba. Me llegaba el enojo y no me ponía a analizarlo, simplemente me dejaba llevar por la gran emoción, y así con todo lo demás.
Hacía berrinche por alguna razón y de inmediato se manifestaba en mi alimentación, perdía el apetito con facilidad, después solo por tener algo en el estomago comía cualquier tontería, situación que me causaba culpa porque sabía que esa comida chatarra me estaba haciendo daño. Así que caía en un circulo infinito de malestar.
A la gran mayoría de las personas que se les pregunta si se enojan mucho contestarán con toda seguridad que NO, que no son enojonas, que viven en una burbuja de felicidad... pues dejenme decirles que son unas mentirosas.
La gente cree que para ser personas enojonas uno debe andar refunfuñando todo el día o gritarle a todo el mundo a cada rato, y no es así. Para el hígado vale igual un gran coraje en el día que la acumulación de muchos chiquitos que ni siquiera notamos.
Hay personas que hacen pequeño coraje desde que suena la alarma mañanera para despertar, luego hacen coraje por salir de lo caliente de las cobijas, luego coraje porque no alcanzaron a desayunar, coraje en el camión camino al trabajo o la escuela porque va muy lento, coraje con el vecino por "x" razón, coraje porque olvidaron el cargador del celular, y así una lista de pequeñas incomodidades diarias que van afectando nuestra salud.
Eso por hablar del hígado, pero lo mismo pasa con los demás órganos y sus correspondientes emociones. ¿Quién no anda preocupado por los pagos de servicios, de la renta, del coche, de la bendita tarjeta, etc...? y ahí vienen los problemas estomacales.
Aprender a verse uno mismo no es tarea fácil, y mucho menos corregir lo que toda la vida hemos hecho mal pero que ya se ha convertido en un hábito. Es una tarea fuerte, que lleva tiempo y mucha paciencia y voluntad. Pero los frutos son muy dulces.
Pues ESE FUE MI DESCUIDO, vi demasiado para afuera y casi nada para adentro. Deje que las emociones me llegaran y me hicieran como chancla cada cuando quisieran. Todo se hacía una cadenita de malos eventos.
Algunas situaciones me frustraban, entonces me entristecía y como no las podía cambiar en ese momento pues me enojaba, después me preocupaba por mi salud y me daba miedo tener una recaída.
Ya vieron todo lo que puede pasar en un solo día? todo eso acompañado de mi falta de apetito, mi mala alimentación, comencé a debilitarme mucho. Para mantener mi mente ocupada trabajaba más de lo que mis fuerzas daban. Acababa el día no solo cansada, sino totalmente exhausta, agotada.
Al día siguiente me paraba tarde pero de nuevo comenzaba mi rutina de actividades que me hicieran ver "fuera de mi". Mantener mi mente en todo menos en mi, pensar en lo que iba a cocinar, pensar en el trabajo, pensar en mil tonterías.
Me fui acabando mi energía, comenzaba a tener dolores de espalda, siempre me dolían los pies, los domingos no quería moverme de la cama pero no era suficiente para reponerme.
Meses de una vida así no llevan a nada bueno, y eso que a la par seguí con mis consultas de acupuntura, pero como ya les he dicho, no son una magia, hay que trabajar en conjunto con ellas.
Pues llegó el mes de Noviembre del 2017 y por primera vez en mi vida comencé a hincharme de los pies...
Hasta aquí la 2da entrega!
Continuamos en la siguiente!
¿Ustedes han tenido etapas así en sus vidas, donde abandonan todo buen hábito?
¿Que los hizo regresar al camino?
Nos estamos leyendo!
AK
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