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Hipoacusia súbita ¿Qué es?

Foto del escritor: AnaAna

Actualizado: 16 jul 2019

Llevo más de un mes sin escuchar con mi oído derecho.

Las últimas semanas de Mayo la pasé un poco mal de salud. Estuve muy cansada y eso derivó en mis síntomas clásicos de mucha tos, mucha flema, mucho vómito, cansancio excesivo y falta de apetito.

Uno de esos días desperté cansada, desayuné y regresé a la cama a dormir. Al despertar más tarde comencé a escuchar pequeños chillidos en uno de mis oídos, pensé que podría ser la presión dado lo mal que la estaba pasando. Rápidamente pasé de escuchar sonidos agudos a sentir que "se me tapaba el oído".

Recuerdo perfecto el momento cuando sentí eso, fue incómodo pero pensé que pasaría en algunos minutos.

Pues los minutos pasaron, pasó la tarde y pasó todo el día y el oído jamás se destapó. Eso ya no me gustó. Pensé que igual y estaba tapado y necesitaría un lavado. Mario me sugirió utilizar unos conos de cera que venden en tiendas naturistas para limpiar los oídos.

Hay que recostarse de lado, se pone el cono en el oído, es largo como una vela, se prende y el cono se va quemando, eso va limpiando el oído de posible cerilla acumulada hasta destaparlo.

El cono no dió resultado, así que fuimos a un médico general a que me hicieran un lavado, me revisaron y me dijeron que mi oído no estaba ni tapado ni sucio, que no podían hacerme lavado y que nada mal se veía. Eso me asustó un poco más, ya eran como 3 días de sordera sin razón.

Entonces decidi hacer cita al otorrino.

Ustedes saben que Mario y yo somos un poquitin renuentes a estar yendo al médico, sobre todo Mario, pero yo he aprendido a confiar en mi intuición y a saber cuando podemos solucionar las cosas por nuestra cuenta y cuando siento que ya necesitamos ayuda extra. Pues para mi, este era uno de esos casos donde ya se necesita ayuda extra.

Tuvimos la cita, me hizo algunas pruebas rápidas con unos martillitos de metal para determinar cuanto podía escuchar del oído derecho (que era el que yo sentía como tapado). Las pruebas determinaron pérdida total de la audición de manera repentina y sin causa fija. Mejor conocido en mundo médico como HIPOACUSIA SÚBITA.

Como ya lo dije, no hay razón o motivo aparente para que "eso te dé". En el 90% de los casos es sin razón y puede tocarle a cualquiera.

En mi caso particular el doctor se atreve a especular que el desbalance de líquidos que se sufre diariamente con la diálisis pudo ocasionar el problema en el tímpano, pero es solo una especulación. Por lo tanto, no hay ni como prevenirlo.

Ahora que lo escribo sigue siendo un shock, incluso he dejado de escribir algunos minutos... volviendo a asimilar el diagnostico.

Para confirmar lo que el Otorrino suponía, necesitaba un estudio llamado Audiometría y lo necesitaba de manera urgente porque me explicó que en caso de ser hipoacusia, el tratamiento debería ser rápido para lograr recuperar algún porcentaje de audición, que entre más se tardara uno en atenderse, podría quedarse así el oído y no escuchar absolutamente nada.

De todas formas no dió mucha esperanza a recuperar gran parte de la audición, recuerdo claramente que dijo que "pelearíamos" por ver si alcanzabamos un grandioso 50% de lo que se había perdido.

Y nosotros ya teníamos planeado el viaje a la playa para los siguientes días!

Decidí hacerme el estudio antes de irnos al viaje para poder tomar decisiones, se tardaban varios días en entregar resultados así que me libreré de toda culpa y me fui a la playa sin remordimientos, a disfrutar y a cargar pilas para afrontar lo que se veía venir.

El estudio determinó efectivamente que mi audición del lado derecho era nula y que tenía que empezar de inmediato con el tratamiento que constaba de inyectar directamente en el tímpano un corticoide una ves por semana, durante 4 semanas y cruzar los dedos para recuperar lo más posible de mi audición.

La verdad es que al principio lo tomé con filosofía. Tenía síntomas secundarios como mareo excesivo y zumbidos constantes bastante molestos, pero me rehusaba a volver a caer en depresión pensando en lo miserable de mi vida sin poder escuchar. Mucho tiempo mientras viví en Cuernavaca pensaba en lo miserable de mi vida con tanto dolor, siempre luchando, siempre con dolor de espalda por vivir encorbada por el dolor del catéter, y por el dolor del catéter no podía ni abrazar a Mario, eso era igual o más doloroso. La desesperación llegaba a tanto que había días que solo deseaba que ese sufrimiento y mi vida terminaran lo más pronto posible. Y no quiero regresar a tener pensamientos de muerte agregando dolor y desesperación por causa del oído.

Así que acepté las inyecciones.

Nadie te prepara para tanto dolor.

El doctor me dijo que era incómodo, que se sentiría como un piquete de hormiga pero que no me moviera.

Entonces te acuestan de lado y te ponen un poco de anestesia local, ya bastante incómodo porque es en el oído. Pasan unos minutos y entonces viene la inyección. Estoy segura que la primer inyección la pusieron mal, contadas veces en mi vida he sentido un dolor tan fuerte y tan traumático. Tenia dolor en todo el cuerpo, no podía dejar de temblar, creo que hasta se me nubló la vista.

Una de las indicaciones es que después de la inyección no puedes tragar saliva en unos minutos para que el reflejo no haga que te tragues el medicamento y se quede ahí en el oído.

Pues fue inútil el consejo porque lloraba y moqueaba tanto que era imposible no tragar saliva. Fueron como 10 minutos los que pasé en shock total.

Me dijeron que no había un pronostico para saber si iría o no recuperando audición, era como ir a ciegas, solo esperando lo mejor.

Me dieron cita para una semana, en esos días yo no noté nada de mejoría.

Llegué a la siguiente cita con un terror espantoso por el dolor causado en la primera inyección. Me volvieron a hacer el estudio de la audiometría y resultó que sí había cambios en mi audición, tan pequeños que yo no los percibía en mi día a día, pero lo suficiente para seguir con el tratamiento. Así que vino una segunda inyección, muy molesta pero menos dolorosa que la primera.

Nuevamente me dieron cita para una semana.

Ahora si noté algo de cambios. El zumbido comenzó a disminuir y el mareo excesivo también, o sea seguía mareada diario, pero era una sensación menor, ya no sentía caerme tan fácil, antes todo me daba vueltas bruscamente. Pero en cuestión a escuchar más... no, nada. Noté que los sonidos agudos me molestaban, como que hacían que algo chillara en mi oído, como una bocina reventada, también los sonidos fuertes me lastimaban como los ladridos, sentía dolor.

Llegamos a la inyección numero 3, de nuevo me hacen el estudio, ven que hay mejoría en el volumen que escucho y ponen la inyección. Me dan cita en una semana para la ultima posible inyección.

En estos días el mareo sigue y un poco el zumbido. Yo aún siento que no escucho del lado derecho, solo ruidos molestos pero no distingo palabras.

El camino al hospital para estas 3 inyecciones fue horrible, tenía tanto miedo del dolor que desde la mañana ya estaba llorando, me daba nausea y ni siquiera podía desayunar de la ansiedad que tenía. Sabía que el máximo de inyecciones era de 4 y con 3 yo aún no escuchaba casi nada, eso también me desesperaba, pensaba en que era inútil tanto dolor para ningún resultado, así que pense en hacer todo diferente para la cuarta cita.

Desperté tranquila, positiva y confiando en que ya era la última inyección, que el dolor acabaría y que por fin se vería el resultado final del tratamiento, no más incertidumbre. Pude desayunar en paz y sin llorar, traté de dejar el miedo afuera y repetirme que era fuerte, valiente y que Dios me acompañaba siempre.

Y aquí la gran diferencia. Pedí, antes de salir de casa, con todo mi corazón, la compañía de mis maestros en el cielo, de Dios, de mi ángel de la guarda, de mi abuelita que me guía, les pedí a todos que sujetaran mi mano en este camino, que nos acompañaran a Mario y a mi, que nos dieran fuerza y sabiduría para saber como continuar después del tratamiento, que nos mostraran claramente lo que debía seguir para estar bien.

Eso me dió enorme paz y así salimos de casa camino al hospital. Por primera ves fui tranquila, sin llorar y sin presión en el pecho. Pensé por un momento que Mario había tomado una nueva ruta porque noté cosas nuevas en el camino pero me dijo que siempre habíamos ido por las mismas calles.

Pues de camino al hospital vi como 4 iglesias, 2 cruces de madera y un par de letreros en la pared sobre Dios.

Sentí tanta tranquilidad de saber que todos mis seres de luz me acompañaban, nos acompañaban y me hacían saber que estaban ahí presentes para ayudar.

Llegamos al hospital y me hicieron el estudio, ya no hubo cambios en mi audición así que ya no hubo una cuarta inyección! yo la verdad brincaba de alegría por ahorrarme semejante dolor. El tratamiento había terminado al fin. Mi recuperación fue muy muy poca.

Y ... ¿CUÁL ERA EL SIGUIENTE PASO?

Basados en la poca audición que recuperé me dijeron que seguía buscar aparatos auditivos pues ya no iba a escuchar más de lo que escuchaba en ese momento.

Creanlo o no... yo sentí mucho alivio.

Es un martirio vivir en la incertidumbre, sin saber por donde se camina o qué esperar.

Al menos aquí ya tenía un diagnostico, ya no iba a haber más dolor y existía una solución para poder oír mejor.

Yo estaba feliz y agradecida!

Me dijeron que las inyecciones habían lastimado al tímpano y que el mareo duraría aún unos 3 meses más en lo que se desinflamaba de manera natural, pero que la audición básicamente iba a quedar así. Por lo tanto, sigo mareada al día de hoy.

Por supuesto que no me alegra haber perdido el oído, es mío, es mi cuerpo!

Me duele mucho que sigan pasando este tipo de cosas, que los síntomas secundarios a la diálisis se sigan manifestando, me hace temer de lo que pueda venir adelante...

Pero decidí no dejarme caer por esta razón, no quiero entrar en depresión esperando a ver a que hora mi oído mágicamente se recupera.

Es sumamente incómodo no escuchar.

Todo el mundo tiene que estarte repitiendo las cosas o tienes que voltear todo el cuerpo para intenta escuchar del lado "malo". Te pierdes de conversaciones, y aunque nadie te excluya... te sientes apartado porque no siempre puedes participar de la plática porque no escuchas!

Cuando el ruido es muy fuerte, como que el oído bueno se satura, es demasiado trabajo para él supongo y entonces también como que se tapa y dejas de entender, nada es claro.

Es como si te hablaran bajo el agua.

Otra cosa que no había experimentado es la inseguridad que da no escuchar de donde viene algún ruido, desorienta bastante.

Ahora me da miedo hasta no escuchar la puerta... y no es que nadie raro vaya a entrar a mi casa pero he notado que ya no escucho el ruido de la puerta cuando entra Mario y eso me hace estar siempre alerta y con angustia.

Ya no disfruto de poner música porque me satura el otro oído y dejo de entender con claridad, tampoco es agradable cantar porque no me escucho bien, es como un hueco en mi cabeza y todo retumba.

Con todos estos malestares, hoy me rehuso a seguir experimentando dolor físico y mental y decidí buscar los aparatos auditivos que me hagan tener una mejor calidad de vida.

Considero que querer hacerme la fuerte y afrontar todo sola ya no tiene sentido.

En otra época de mi vida hubiera mandado al diablo los aparatos y estaría segura que con el poder de mi mente llegaría el día donde recuperaría la audición. Hoy veo que de omnipotente no tengo nada, y que pedir ayuda y utilizar esa ayuda está perfectamente bien.

De todas formas, estoy justamente pidiendo ayuda al cielo, cierto?

Y esto para mi es la ayuda del cielo.

Algunos lo ven como el camino fácil, como que me doy por vencida y no quiero tratar algún otro método para recuperar el oído, pero estoy sumamente cansada de hacer todo sola y de que me digan que todo es mi culpa y que de todo soy responsable.

Hay una historia por ahí muy famosa de un hombre que se va al techo de su casa porque hubo una inundación y le pide ayuda a Dios para no morir. Llega un helicoptero y el señor lo rechaza, llega un barco y también lo rechaza diciendo que Dios lo ayudará.

El señor al final muere ahogado y cuando está frente a Dios le pregunta la razón por la cual lo dejó morir. Dios le dice que él le mandó ese helicoptero y ese barco y que el no quiso tomarlos...

Yo si los voy a tomar.

No importa si no son católicos, para la religión que sea o la creencia que sea, la enseñanza es lo que importa. Aprendamos a ver las señales y a vivir la vida simple.

En la siguiente entrega les contaré de cómo va la búsqueda del aparato auditivo, he ido a varios lugares y aún me faltan otros para decidir. Hay mucho que evaluar en calidad, precio, comodidad, etc...

Ustedes como tomarían toda esta situación?

Nos estamos leyendo!

AK

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