No se crean que todo es un sufrir, también hay días llenos de alegría, amor y mucho sol. Después de pasar bastante tiempo viendo la vida por la ventana del hospital, este domingo pude salir con mi pequeña familia al bosque de aragón. Mario, Yin y yo nos alistamos en la mañana, preparamos algo de comida para un pequeño pic-nic y emprendimos camino al bosque.
Yo pienso que Yin espera toda la semana para este momento, disfruta muchísimo de ir allí y correr a sus anchas.
Hace algunos meses uno de mis tíos me ofreció darme una silla de ruedas que no usaban, no quise aceptarla porque en mi mente, usar una silla de ruedas era ir un paso más hacia atrás en mi recuperación, a ser aún más dependiente, pero hace unas semanas la mamá de Mario me dio su punto de vista y me hizo cambiar de opinión.
Me dijo que cuando ella veía a alguien en silla de ruedas pensaba que qué bien que esa persona tenia la fortuna de que algún familiar tuviera el tiempo y la disposición de ayudarle a salir a tomar el sol y pasear, que pudiera distraerse y no quedarse encerrada en un cuarto pues seguramente le resultaría difícil moverse por sus propios medios.
Y tiene toda la razón.
A veces yo le decía a Mario que saliéramos a dar unos pasos al parque que está a 2 cuadras de la casa. Tan solo 2 cuadras!!! Pues cuando llegábamos al parque yo estaba tan cansada y sofocada que no disfrutaba para nada salir y era un martirio caminar de regreso a casa, así a la próxima lo pensaba 2 veces antes de salir.
Ahora que acepté la silla de ruedas podemos salir más seguido, yo disfruto de sentir el aire y el sol, no me canso y Mario con su corazón enorme lleva la silla con todo cuidado, incluso Yin ayuda a jalarla! jejejeje (bromita).
Pues bueno, nos llevamos la silla al bosque porque es un lugar grande, me gusta mucho pasear por ahí, y en la zonas donde el camino es plano, Mario agarra vuelo y corre un poco con la silla para darle más emoción al paseo, lo amo tanto. Así que ahí vamos los 3, "corriendo a toda velocidad" entre el pasto, los árboles y muchos perritos.
Tenemos un lugar especifico donde nos gusta estar, un árbol que a Mario le agrada, así que llegamos a su sombra y ahí desayunamos, unos sandwiches, un té y algo de fruta. Por supuesto le llevamos algo de jamón a Yin, aunque el prefiere ir a hacer amigos perritos por todos lados.
Sentir el sol es un gran regalo de la vida, es como un abrazo de Dios, recordándome que siempre está presente.
Cuando nos cansamos de estar ahí damos la vuelta, vamos viendo la naturaleza y en algunas zonas vemos puestos de comida y de dulces, en algunos lados el camino es medio inestable y la silla vibra mucho pero Mario es fuerte para sacarla de cualquier bache.
Tener días alejados de la rutina del hospital, de la rutina de la diálisis, del dolor, de los medicamentos y de todo ese mundo frío... es una bendición.
Tengan días felices, disfruten los pequeños y los grandes momentos. Hacer lo que uno disfruta con la gente que amas te llena de esperanza y fuerza.
Nos estamos leyendo!
AK
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